Una Moda



La moda del día es verte anunciada en mi memoria como un perenne perfume.

            Se repite la mañana en la que te anhelo, como una moda fastidiosa, día tras día, y sin contemplaciones sorbo tu recuerdo esperando que esta noche vengas a buscarme.

            Las emociones son cíclicas, y las modas también. Hoy vestimos vaqueros y ayer estuvimos cansados y deprimidos, sabiendo que más tarde o más temprano llegará un ciclo de alegría impenitente. Se repiten los fracasos y las aventuras, los comienzos y los finales, la sed, los éxitos y las interrupciones. Se sucede todo con una voracidad implacable, devolviéndonos a presentes olvidados en pasados ya remotos, repitiendo en nuestros días añoranzas que creíamos perdidas o el olor de algún romance lejano. Todo vuelve y todo renace, para perecer de nuevo y volver a nacer.

            Eres moda en mi corazón porque no encuentro motivos para cambiarlo de ropa, porque en ti encuentro un hábito seguro, el traje perfecto del perfecto enamorado. Anoche se repitió la noche y la mañana fue copia de la mañana: el mismo motivo, tu cara, suficientemente lisa y reluciente como para ver en ella mi propio corazón embelesado de ternura.
           
            ¿Cuándo llegarán los finales, los acordados lapsus? ¿Cuándo terminarán en mí los acorralados círculos que lo devuelven todo? ¿Para cuándo mi contemplación será algo más que una pura bagatela que te enreda en mi recuerdo, que te perfora como a una foto débil y exhausta para devolverte exánime a la hoguera de lo que desprecio por doloroso?
           
            El día es moda del día, los inviernos moda de los inviernos, el verano moda de bañadores y aceitunas, de sombrillas y pamelas, de océano y calor sofocante; moda cíclica que recicla la moda para devolvernos al punto maravilloso de partida: al punto de retorno y sumisión.


            La moda en la noche es acariciarte cuando no estás, sabiendo entre sueños que no estás porque eres moda.

Por: Koki Varela Iglesias

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