Un buen concepto de la Mente



A lo largo de la historia, el concepto “mente” ha sido objeto de numerosas controversias en cuanto a su definición y alcance. Concebido generalmente como la globalidad de habilidades cognitivas que el cerebro puede desarrollar, la mente puede ser comprendida sin embargo desde otros enfoques más espiritualistas o místicos, entendiendo ésta como la totalidad del ser que se relaciona inteligentemente con el cosmos, una mente que abarcaría en este caso un microuniverso celular que va más allá de una mera localización cerebral. Por otro lado, cuando hablamos de “mentalidad”, solemos hacer referencia al conjunto de comportamientos y motivaciones que son apreciables en el individuo. Y es que la mente, en su condición cognoscitiva, define toda una relación del individuo con su exterioridad, siendo el vehículo por el cual define la realidad y se relaciona y posiciona socialmente en su interacción con otros individuos.
Dentro de las habilidades cognitivas aceptadas comúnmente dentro del ámbito de lo mental, consideraríamos el raciocinio, la percepción, la emoción, la memoria, la imaginación o la voluntad. La mente, desde las revolucionarias aportaciones de Freud y más tarde de Jung, es entendida en dos esferas diferenciadas y complementarias: el consciente y el inconsciente. Del estado de ambas, de su correcto funcionamiento, dependen muchos de los trastornos que consideramos como enfermedades mentales.
El correcto equilibrio de la mente pasa por una sana limpieza del material mental, que en su región inconsciente alberga toda una información desconocida por el propio individuo, pero que actúa sobre su actividad ordinaria con un alto grado de ingerencia y autonomía. Freud creyó localizar en la zona oscura de la mente los entresijos de toda la conflictividad afectiva y traumática de las personas, todo un universo simbólico que es reprimido pero que posee una gran influencia en la actividad mental y que puede ser fuente de grandes padecimientos. Esta zona oscura que denominó con el nombre de subconsciente aparecía como un segundo nivel de la conciencia sobre el que no tenemos control, pero que puede ser interpretado a través del análisis de los sueños, momento en el que el material del subconsciente suele manifestarse a través de toda una compleja red de símbolos. La interpretación de estas imágenes, ofrecida por primera vez por Freud, permitió conocer el origen de muchos trastornos, así como sus posibles tratamientos y curas. Más tarde, Carl Gustav Jung, discípulo de Freud y al que finalmente y como buen discípulo llega a criticar, introduce el concepto de inconsciente colectivo, según el cual la mente humana, en su parte inconsciente, albergaría una herencia evolutiva en la que, como sedimentos, se aglomerarían conocimientos innatos compartidos por toda la humanidad, y que en su manifestación onírica vendrían a ser representados por lo que Jung denominó arquetipos.
La mente y lo mental, han sido también objeto de divagaciones pseudo-científicas o paranormales, y son muchos los que han creído encontrar entre sus potencialidades poderes psíquicos que irían más allá de las habituales capacidades humanas: telequinesia, telepatía, presciencia, etc. La comunidad científica se ha mostrado reacia a aceptar estas manifestaciones, ya que tras numerosos experimentos han resultado ser científicamente indemostrables, arguyendo por ejemplo, en el caso de la telepatía, que las cantidades de energía que el cerebro humano es capaz de producir resultan insuficientes para permitir una trasmisión de información.
La mente continúa siendo un misterio para el ser humano, aunque la ciencia parece acercarse cada día más a su verdadero funcionamiento mediante complejos sistemas tecnológicos de examen. Mientras el hombre continúe su camino evolutivo la mente seguirá ofreciendo sus misterios y desarrollando capacidades que quizá hoy seamos incapaces de imaginar.
Por: Koki Varela Iglesias

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